Hubiese preferido tirarme por la puerta del avión sin escaleras antes que volver a salir del galley y ver a mis pasajeros…
- El día que no sabíamos que el PA estaba estropeado y no hacía falta pulsar el Press to talk para que los pasajeros escucharan. Con el interfono en una mano a punto de dar un mensaje, y abriendo la puerta del horno con la otra, grité “¡aaaay, me cago en todo. Mierda de horno, mierda de panes y mierda pa todos!” despues de hacerme una quemadura de 5cm en el antebrazo.
- Aquel día en el que empecé a tener náuseas en el primer vuelo de la mañana. Una UM (menor no acompañada) se presentó en el galley diciéndome que estaba mareada y que iba a vomitar. Le dió tiempo a decir “vomit” . El resto, cayó sobre mi falda, mis zapatos, mis medias y mis manos. Lo siguiente que pasó, inevitablemente, os lo podéis imaginar.
- Aquella mañana de primavera en la mi compañera y yo teníamos a una novata en su vuelo de iniciación. La nueva parecía muy dulce y dispuesta a colaborar, hasta que en mitad del vuelo, mientras yo preparaba el carro del desayuno, uno de los pasajeros vino a advertirme que “las otras dos señoritas están insultándose al final del pasillo. Menuda seriedad” Resulta que la nueva, era la ex del novio de mi compañera.
- El día en el que se subió al avión el Gary Dourdan y yo (que no había visto CSI en mi vida) delante de todo el mundo exclamé: “¡Ay, que llevamos a Lenny Kravitz en la 2B!!“
- Cuando se me ocurrió retocarme con la escasa luz del baño de un Dash8 y salí al pasillo pintada como una… Mi compañera no me dijo nada hasta 15 minutos después, cuando la mirada de los pasajeros ya era delatadora.
- El día en el que la supervisora de vuelo me sugirió amablemente que diese el anuncio de aterrizaje en el aeropuerto de Santiago de Compostela, en gallego. Yo no tenía el libro de anuncios a mano (ese que es obligatorio llevar siempre) así que para librarme de la bronca, decidí improvisar. No debió de ser muy acertada esa improvisación , porque de 52 pasajeros que llevábamos, unos 50 se giraron y me miraron con cara rara.
Y alguna que otra vez en la que se me debieron de subir los colores hasta el infinito y más allá. Y no es lo mismo darte cuenta de que llevas la camisa puesta del revés cuando estás sentada detrás de un ordenador que cuando estás delante de 150 pasajeros. Así que desde aquí, un saludo para todos aquellos que trabajáis día tras día cara al público.