Ocho y media de la tarde. 9 horas en el avión. Ni un cabezón, ni un solo pasajero ejemplar.
No ha habido retrasos, ni cabreos, ni felicitaciones.
Nada de nada. Not a thing. Absolut nichts. Niente. ¡Qué coñazo!
Desde luego, no hay quien nos entienda. Si hay bronca, nos quejamos; si hay retrasos, nos cabreamos; si vienen cabezones, nos desesperamos… Y si el día discurre normal, estándar, ni fu ni fá y ni chicha ni limoná, entonces nos aburrimos más que un cangrejo en un cubo.
Después de haber hecho 2 VLC-SVQ con sus correspondientes vueltas, un SVQ-SCQ, te dispones a hacer el último vuelo de vuelta a tu base. Por última vez en el día, haces de los bricks de zumo un auténtico juego de Tetris sobre el carro. El café ya está listo, el hielo preparado… y mientras haces un poco de tiempo en el galley antes de salir al escenario, suena el din-dong:
- ¡Hola capi! Dime…
- Lucy, en unos 5 minutos tendremos turbulencias. Cancelad el servicio, anunciadlo al pasaje y sentaos hasta nuevo aviso.
Yeeeeeahaaaaa! ¡Por fin! ¡Algo divertido en este día de la marmota!
- Serán turbulencias severas?
- Tranquila, lo controlamos. Pero mejor que os sentéis y os abrochéis el cinturón.
- Maripili, que no vamos a sacar los carros. Que entramos en turbulencias en 5 minutos.
- Menos mal…este vuelo es un aburrimiento. ¿Doy el anuncio al pasaje?
- Sí, yo voy chequeando cinturones.
Y este es el momento en el que tú dices: