Las cifras de su longeva carrera como piloto son abrumadoras, 57.000 horas de vuelo, como aproximadamente 23 viajes a la Luna. En su faceta de instructora enseñó a volar a 5.000 personas.
“No me importa cuántos problemas hay en el suelo, te olvidas de ellos durante el vuelo” dijo a la Associated Press en 2005.
Enseñó en la escuela pública durante dos años antes de conocer a William Jenning su primer marido y con él inició un negocio de limpieza en seco. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial les destinarón en una base aérea en Florida, a cargo de la lavandería, allí su esposo Bryan esperaba aprender a volar.
Mama Pájaro dijo “Él comenzó a volar, pero terminó lavando ropa. Yo estaba lavando ropa y terminé volando”.
Uno de los pocos aspectos positivos de la II Guerra Mundial fue la incorporación de la mujer a puestos tradicionalmente de hombres. Hay muchos ejemplos: Hannah Reitsch piloto alemana y una de las primeras en cruzar los Alpes en planeador, Marina Raskova Grizodubova que en 1937 marcó el récord mundial femenino en una larga distancia sin escalas de 1.445 kilómetros.
Punto y aparte merece la mítica Amelia Earhart, aunque anterior en el tiempo, mereció en 2009 una película a su vida de leyenda, Amelia.