Por alguna razón, ultimamente escucho muchas veces eso de “yo no vuelo, me dan miedo los aviones”.
Puede que este pánico se haya incrementado desde que somos conscientes de casos como los de Ryanair, o desde que nos subimos al avión casi tanto como cogemos el metro, pero el caso es que hay mucha gente que teme -como decía un gran amigo mío – a que “el pájaro de hierro hinque el pico”. Algunos se lo toman con humor y alegan que al fin y al cabo de algo hay que morir, y a otros, este miedo les condiciona la vida hasta el punto de no salir de la península, o de “sufrir” 17 horas de tren para ir a Paris.
Pero un denominador común en todos los casos es la teoría de que, si hay un accidente, no lo van a contar. Vamos, que no se salvará ni el Tato.
Pues bien, hoy vengo a tirar abajo esta teoría. Cierto es que, por desgracia, los accidentes de avión son muy apartosos y que al ir muchas personas a bordo, el número de víctimas siempre es mayor que en un accidente de coche. Pero si podemos sacar algo positivo de los accidentes, es que nos enseñan. Nos enseñan qué hacer para remediar otros accidentes; nos enseñan cómo podemos minimizar daños. Nos enseñan a reducir las posibilidades de que las consecuencias sean fatales y aunque por desgracia no podemos solucionarlo todo, podemos tratar de que cada vez haya menos incidencia y de que éstas sean lo menos grave posible.
Un buen ejemplo de que volar es más seguro de lo que mucho creéis, es lo que le pasó a este vuelo…
JT-904 de Lion Air
Uno de los nuevos Boeing 737-800 de esta aerolínea con matrícula PK-LKS que tenía varios vuelos programados para ese día, despegó del aeropuerto de Bandung (capital de Bali) con destino a la cercana isla de Java, con 101 personas a bordo. Entre ellos volaban varios niños y un bebé, y 7 tripulantes entre técnicos y auxiliares. El vuelo se desarrolló sin incidentes, pero en el momento del aterrizaje el avión se “saltó” la pista acabó en el mar entre unas rocas y con el fuselaje partido en dos.
Se desconocen las causas del accidente -aunque ya se está investigadando la caja negra, los testimonios de pasajeros, tripulantes y testigos, y los informes del aparato -, pero sí sabemos que el piloto, con 6 años de experiencia en esta compañia y mas de 10.000 horas de vuelo a sus espaldas logró que el accidente se quedara en un gran susto. La tripulación (sí, esa que solo sirve para dar café y cacahuetes) logró evacuar el avión y no hubo ninguna víctima mortal. Sí hubo varios heridos leves, 45 concretamente que fueron hospitalizados pero que ya han sido dados de alta.
Cierto es que esta compañía no tiene muy buena fama, que tiene vetado el espacio aéreo de la U.E y de los EE.UU y también que no es el primer accidente de estas características que sufre la aerolínea. Algo que no dice mucho en su favor, pero sí refuerza nuestra teoría de que volar es el medio de transporte más seguro que hay. Que a veces la presencia y pericia de la tripulación puede salvar vidas y que aunque “el pájaro de hierro hinque el pico”, a veces las cosas pueden quedarse en un susto del que podamos aprender para seguir mejorando.