Cómo nos gustan los nuevos… menos cuando el nuevo eres tú, claro.
Esos primeros días como tripulante de cabina en los que sabes que alguna bromilla te puede caer. Que eres carne de cañón para las novatadas de TCP. Has hecho el curso, aunque algún amigo te ha advertido, aunque has leído en Diarioazafata algunas novatadas… así que alguna te esperas, claro. Y después de un par de meses (o semanas) ya no eres tan nuevo ¿no? así que empiezas a pillarle el truco, entras en la rutina, te coordinas con el resto de la tripu… Empiezas a disfrutar y a relajarte.
Te relajas hasta que un día cometes un error, como por ejemplo, olvidarte en casa los guantes del uniforme. Sí, esos que obligatoriamente debes llevar puestos para el embarque y desembarque. Los buscas desesperadamente en tu bolsa de vuelo, pero no están. ¿Cómo no van a estar si tú chequeaste tu bolsa antes de salir decasa! y ¡oh, vaya! justo te pasa el día que vas con ese sobrecargo que parece tan serio y el día que te asigna la posición de ir sentadita a su lado, bien pegadita. A su vera, verita… y tú, sin guantes. Que sí, que podrías pedírselos a tu compi de atrás, pero ni se te pasa por la cabeza porque estas nerviosa, claro.
Y empiezas a pensar “se va a dar cuenta, seguro. Me va a reportar. Y me van a echar, va a costar en mi expediente. Y no voy a poder volar más en ninguna compañía aérea. ¡Malditos guantes! “
Y así, en ese “ciclo sin fin”, en ese bucle diabólico, te ves enfrascada mientas haces el security check y/o el capuccino del comandante.
Entonces llega el temido momento: El sobrecargo coge el PA y anuncia que ya vienen los pasajeros: te colocas, con las manitas a la espalda, esperando que no se de cuenta y cuando casi (casi) crees que lo has conseguido, que tu brillantísima idea de poner las manos a la espalda ha funcionado y que nadie se va a dar cuenta, el sobrecargo, ese que no te ha mirado en lo que va de mañana, te dice:
- ¿Y tus guantes?
- ¿Qué? Ah, sí, esto… creo… creo que se me han olvidado en casa… He salido con prisa y… -ya casi te estas dando la vuelta para recoger tus cosas cuando te dice.
- No pasa nada, ponte los fire gloves.
- ¿Cómo?
- Los fire gloves, los de fuego. Venga, date prisa, antes de que lleguen los pasajeros.
- Pero, pero… ¿Los amarillos?
- ¿Es que hay otros? Sí, claro que los amarillos, ¿¡te quieres dar prisa?!
Y te los pones, claro. Así embarcas, con unos guantes gigantes, amarillo canario y que te llegan hasta el codo. Y por supuesto, así desembarcas, y vuelves a embarcar los cuatro siguientes vuelos. Los pasajeros te miran raro, claro, pero tu sonríes cual azafata súper profesional mientras las manos te sudan a litros… y así hasta qué al final del día el comandante sale de cockpit con tus guantes en la mano. ¡Tus guantes!
- Esto ¿De quién es?
- Mmmm míos capi, son míos…
- Ah, ¿por eso llevas todo el día vestida de medio bombera? Anda, dame tu whatsapp que te paso las fotos que te hemos hecho. ¡Bienvenida a la compañía y a las novatadas de TCP!
Y esto, como casi todo lo que os cuento, le ha pasado a una amiga… 😉 Si quieres leer más novatadas, aquí tienes un buen artículo sobre ellas. ¡Feliz lectura y felices vuelos!
Photo by ABBY RAHIM on Unsplash